miércoles, 24 de mayo de 2023

Meditación I

Reflejo de mi mente

Cuando cierro los ojos para silenciar el revuelo de los pensamientos, a menudo suelo evocar un paisaje. Es un árbol de cerezo en una colina. La colina es casi imperceptible, pues el árbol es tan grande que sus ramas cruzan en todas las direcciones cartesianas. El sol brilla, los rayos templan el ambiente. Dulces y blancas flores caen perfumando los pies del árbol. Yo intento encontrarme, pero no me hallo en mi apariencia humana, busco mis manos sólo percibo una energía que transporta como el viento. Me siento potente de poder alimentar sus hojas y raíces. 


¿Las ramas me abrazan, o soy yo quién las acaricia? Entonces, entiendo que me sigo esforzando, aún estoy pensando. Cuando debería intentar despojarme de todo concepto mental.


Vuelvo a recorrer mi cuerpo y me encuentro sentada de Dyana. Ya con los ojos entreabiertos, acomodo mi columna y logro anclarme a la respiración, después de no menos de tres series completas, donde mi abdomen se ensancha y el sonido del aire pasa por mi garganta susurrando. Ahora sé que soy quien acaricia mi pecho; mas una energía expansiva de alegría y amor, traspasa mi cuerpo hacia el exterior y me contempla como el viento en mi mente.